Sin embargo, para quienes también tenemos algo oportuno que decir, una obra literaria con valor estético para ofrecer, llámese poesía, narrativa, ensayo; el uso de esta herramienta, la internet, se ha vuelto a pesar de todos sus inconvenientes en la única posibilidad de sortear los obstáculos tendidos por la pesada estructura editorial cuyo filtro favorece a unos cuantos, quienes no siempre tienen algo que ofrecer que tenga las cualidades de la inmanencia a la que todos los creadores aspiran. De esta manera el uso de las redes sociales permite al escritor poco conocido o novel, contactarse con un público potencial que quizá tendrá la amabilidad de atender media hora dentro del caótico mundo que dispara, como balas al aire, de todo lo que muchas veces las editoriales censuran por la línea manejada, o simplemente la inercia de las letras impresas no es capaz de comprender.
Es injusta, pues, la posición de crítica ácida hacia los únicos portales que otras plumas tienen a su favor. Y más que injusto, es un acto de egolatría que sin dudas desfavorece a las letras, pues en vez de incentivar de alguna manera, tender la mano, las conmina a un simple acto lúdico que no pasa de ahí: un acto de malabarismo de una persona que juega a decir algo que realmente es relevante, no importa si lo leen muchos a través de una casa editorial o no. Quienes experimentamos el diálogo Facebook, y los comentarios de los blogs y disponemos al menos de quince minutos para la reflexión, nos percatamos que un abrazo virtual, una palabra de aliento, una sonrisa con emoticón ayuda a un solitario que de la noche a la mañana olvidó la vida, porque la existencia misma se volvió una fiera.
DeVezEnCuandoLaVida , apenas un blog más, entre miles que se dedican a las letras, apuesta a luchar contra el olvido. Ya se ha dicho antes, únicamente está muerto alguien que ha sido completamente olvidado. La experiencia de escuchar nuestros nombres (experiencia que incluye también a todo intelectual que ha entrado a las redes) es simplemente un ritual atávico que ayuda a mantener la esencia de la palabra ser. Pero no debemos olvidar que los que tenemos la última palabra somos nosotros, los hombres, nunca el lenguaje binario de una computadora. La pos-posmodernidad es algo a lo que llegamos por el intelecto de unos cuantos. Creemos que es hora de que ese mismo intelecto salve al espíritu de entre las sombras.-
Twitter@quiquedelucio
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